En ocasiones nos cuesta verlo de esta manera, pero lo cierto es que una farmacia, antes de nada, es también un negocio. Un negocio que una persona o varias montan para, además de ayudar a los pacientes, sacar beneficios y poder vivir de ello. Por eso, aunque nos sorprenda a bote pronto, más que nada por lo poco habituados que podamos estar a verlo, cada vez existe una mayor incidencia del marketing para farmacias en la actividad diaria de estos establecimientos. Sí, puede sonar extraño. ¿Marketing en relación con qué: medicamentos, pastillas, cremas, etc.? Pues sí, por qué no, y además de todo ello, los productos que la farmacia vende en relación con la cosmética o la higiene personal, que se prestan mucho más a este tipo de actividades mercantiles que, quizás, otro tipo de medicamentos o productos farmacéuticos.
Como negocio que es, una farmacia necesita del cliente o paciente, en este caso. Lo necesita, ya que sin él no existe la posibilidad de trabajar para nadie. Por lo tanto, en el medio de esta relación establecida entre cliente y farmacéutico entran en juego todos y cada uno de los mecanismos clásicos del negocio, la publicidad y el marketing. Nada más lejos de la realidad. Es el mundo en el que vivimos, todo se compra y todo se vende. Y así es, será y, muchos dirán, debe ser.
Pero, ¿a qué está enfocado exactamente el marketing farmacéutico? Pues a algo tan básico y obvio como el conocimiento y la fidelización de sus clientes, para garantizar que vuelvan y se conviertan en asiduos del establecimiento. Este es uno de los puntos básicos del trabajo de marketing para farmacias, que además pretende con sus movimientos llegar a un público más elevado, mejorar el servicio ofrecido al paciente con algunas técnicas nuevas, incrementar el volumen de ventas para crecer como empresa y negocio (no olvidemos que eso es lo que es una farmacia, un negocio en el cual una persona ha invertido sus ahorros para amortizarlos), aumentar la incidencia de la marca y el valor de su identidad (exactamente igual que hace cualquier otro establecimiento o marca) y garantizar el posicionamiento en buscadores de internet y, sobre todo, y mucho más importante a la hora de la verdad, en la mente del consumidor, que así podrá crearse una imagen positiva de nuestra marca que se podrá trasladar posteriormente al imaginario colectivo a través de la fidelización y el asentamiento de esos valores positivos como identitarios.
Todos estos objetivos están encaminados, obviamente, al aumento de las ventas. La fidelización del cliente no es otra cosa que eso. Conocer al paciente implica una mejor atención farmacéutica, además de garantizar el uso y el impacto de campañas publicitarias o de marketing específicas para cada uno de ellos, promociones aprovechables mediante las que se beneficien de descuentos u otro tipo de ofertas, así como un trato personalizado y garante del buen hacer y la exclusividad (felicitaciones de cumpleaños, aniversarios y otro tipo de recordatorios que, sin ser un gran detalle, contribuirá a que el cliente se sienta como en casa con nuestra marca y quiera volver). El negocio de las farmacias ha abierto en los últimos años sus miras. Podemos asegurar que el mercado ha obligado a este hecho, ya que la irrupción de internet ha llevado a la necesidad por parte de los establecimientos de luchar contra nuevas alternativas, legales o ilegales, de venta online, por ejemplo, de medicamentos y productos farmacéuticos. Tal vez ese haya sido uno de los principales motivos que haya empujado a un buen número de farmacias a comenzar su carrera online. Todavía no son muchas, ni mucho menos, y probablemente nunca lleguen a estar todas dentro de ese aro, pero la decisión de incluir su negocio en la red de muchos farmacéuticos supone un buen ejemplo de cómo todos los negocios, da igual su producto, procedencia y demás rasgos, han de ajustarse a las nuevas necesidades impuestas por el mercado y los nuevos tiempos. Eso sí, como asegura la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), siempre es recomendable hacer un uso responsable de estas posibilidades. En el caso de las farmacias conviene, por ejemplo, conocer procedencia y origen. Y para eso también existe el marketing.