Todas las personas que tenemos un negocio sabemos y conocemos todos los quebraderos de cabeza que nos da la gestión de sus recursos. Buscamos maximizar nuestros beneficios y nuestras prestaciones, y eso se termina traduciendo en la disminución de bienes tan codiciados como el tiempo libre o las horas de sueño.
Todo esto se intensifica cuando las cosas no nos van bien. El mundo empresarial no es un camino de rosas y hay infinidad de veces en las que fallamos y en la que las deudas nos empiezan a agobiar. En estos casos es elemental rodearse de buenos profesionales. Profesionales que nos ayudarán a gestionar la situación de la mejor manera posible y que nos descargarán de trabajo.
Sé bien de lo que hablo porque, por desgracia, lo he vivido. Hace años fui el director de un taller de costura en mi ciudad natal. En total, éramos once quienes allí trabajábamos. Las cosas iban bien, teníamos pedidos y los entregábamos a tiempo, ganando con ello buena fama y por tanto un buen dinero. Sin embargo, la crisis nos afectó de lleno. Empezamos a ganar cada vez menos dinero y, como consecuencia y para paliar los efectos negativos que esto tenía sobre la empresa, tuve que despedir a algunos trabajadores. Pero fue pan para ese día y hambre para el siguiente, porque no viramos a mejor.
Cuando la situación ya era insostenible y estando ahogado por las deudas, consideré que era necesario solicitar el concurso de acreedores. No obstante, no quería meter la mano en el fuego todavía en ese momento, por lo que decidí buscar a alguien para que me asesorase. Busqué por Internet en las páginas web de varias empresas de asesores financieros y encontré una con la que me decidí a dar el paso. Se trataba de www.cetefin.es, junto con la que valoré todas las posibilidades que tenía mi negocio desde entonces.
El concurso de acreedores, la mejor opción
Después de varias reuniones y de que los asesores estudiar la situación de mi taller de manera pormenorizada, llegamos a la conclusión de que, efectivamente, lo mejor era solicitar el concurso de acreedores porque de esta manera, aunque la empresa estaba en una situación de insolvencia, se podrían repartir las pérdidas sin que nadie terminara el proceso con las manos vacías.
Así lo hicimos. Los profesionales de www.cetefin.es me informaron de cómo funcionaba el proceso mientras se llevaba a cabo, y terminé bastante contento porque, al final, pude minimizar las pérdidas de mis empleados y seguir manteniendo una buena relación con ellos.
La lección que me quedó de todo aquello es la que os comentaba al principio. A veces las cosas no salen como queremos, pero nuestra reacción ante ello no puede ser la de la depresión o el abatimiento. Hay que encontrar remedios, y los remedios llegan si uno contacta con los mejores profesionales y se rodea de ellos. Lo cierto es que no me arrepiento de las decisiones que tomé para intentar revertir la situación del taller de costura que dirigía.