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Las oposiciones de justicia son complicadas, no las compliques tú más

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Preparar unas oposiciones de justicia es un proceso largo, agotador, con momentos en los que todo parece imposible y otros en los que uno se ve ya trabajando en un juzgado. Hay quien se lanza sin tener ni idea de a lo que se enfrenta y quien investiga tanto que se abruma antes siquiera de empezar.

Pero hay una verdad clara: las oposiciones ya son bastante complicadas por sí solas, no hace falta complicárselas más.

 

¿Qué tienen de complicado?

El temario no es corto. Dependiendo del cuerpo al que se quiera acceder —Auxilio Judicial, Tramitación Procesal o Gestión Procesal—, la cantidad de temas varía, pero en cualquier caso no son pocos. Se trata de leyes, procedimientos, plazos, recursos, jurisdicciones… todo muy técnico, muy legal y muy poco entretenido para quien no tiene base jurídica previa.

Después está el tipo de examen.

  • Por ejemplo, para Auxilio y Tramitación hay test teóricos, test de casos prácticos y, en algunos casos, pruebas de mecanografía.
  • Para Gestión, además, hay que redactar un caso práctico. No basta con saberse el temario de memoria: hay que entenderlo y aplicarlo bien. Y eso cuesta.

A eso se le suma la presión. No se trata solo de estudiar bien, sino de hacerlo mejor que miles de personas más, porque hay muchísimos aspirantes para muy pocas plazas. En cada convocatoria, el porcentaje de aprobados es bajísimo. Por ejemplo, en la última convocatoria de Auxilio Judicial, se presentaron más de 30.000 personas para poco más de 1.000 plazas. Eso significa que menos del 4% consiguió plaza… y, eso siendo realistas, porque hay opositores que llevan años y ya tienen mucho camino hecho. Competir con ellos no es imposible, pero es duro.

 

Opositar no es solo estudiar

Una cosa que muchos no saben hasta que están metidos de lleno en la oposición es que esto no va solo de empollarse el temario. Hay que tener constancia, motivación, organización, fuerza mental, equilibrio emocional, y, además, una vida fuera del estudio (porque nadie sobrevive si solo estudia). La gente que se sienta delante de los apuntes creyendo que con echarle horas basta, suele acabar quemada, frustrada o directamente abandonando.

La falta de orientación es otro problema. Hay quien empieza a estudiar por su cuenta, sin saber si va por buen camino. Algunos compran temarios genéricos, otros descargan lo que pueden de internet, y la mayoría no tiene ni idea de si lo que están haciendo es lo más efectivo. Aprenden sobre la marcha, cometiendo errores, perdiendo tiempo y, muchas veces, motivación.

Por eso es tan importante no complicarse más la vida de lo necesario. Bastante difícil es ya el proceso como para añadirle caos, desorganización o falta de estrategia.

 

Lo que marca la diferencia

Muchos opositores lo dicen después de suspender una vez: “si lo hubiera hecho con ayuda desde el principio, habría sido diferente”. Y sí, probablemente sí, porque contar con preparadores que saben lo que hacen cambia totalmente el enfoque.

Esquemas Oposiciones Justicia, preparadora de oposiciones de justicia online, nos explica que un preparador no solo explica el temario: te enseña a organizarse, a priorizar, a preparar el examen según lo que de verdad se pregunta, corrige errores que uno ni sabe que está cometiendo, motiva cuando las fuerzas flaquean… y todo eso es vital.

Además, hay academias que ofrecen seguimiento diario, materiales actualizados, simulacros reales, tutorías personalizadas y respuestas a todas las dudas. No es solo pagar por clases: es tener un acompañamiento durante todo el camino.

Porque, sinceramente, estudiar solo, sin saber si se está haciendo bien, es uno de los grandes errores que se cometen al opositar.

 

Los típicos errores que complican aún más las oposiciones

Uno de los principales errores es subestimar la oposición ,pensar que con leer el temario varias veces se va bien preparado, y no. Las oposiciones de justicia no se aprueban solo con leer. Hay que memorizar, entender, practicar con test, corregir fallos, repasar constantemente y medir el progreso. Es un trabajo diario.

Otro error es ir a demasiadas convocatorias sin estar realmente preparado. Hay quien se presenta “para ver cómo es el examen”, pero eso puede frustrar mucho. Ver que no se llega ni al aprobado puede desmotivar y hacer creer que nunca se conseguirá. A veces es mejor esperar, preparar bien y presentarse cuando de verdad se está listo.

También hay quien se apunta a academias sin investigar, solo por precio o por estar cerca, y no todas ofrecen una preparación seria. Algunas se limitan a leer el temario en clase sin explicar nada, otras no actualizan los contenidos… Por eso, antes de pagar por un curso, hay que buscar opiniones, comparar opciones y elegir bien.

Un error más es no tener una rutina. Estudiar cuando se puede, sin horarios, sin planificación, sin objetivos claros. Eso al final se convierte en pérdida de tiempo. Estudiar oposiciones requiere tratarlo como un trabajo: con horarios, descansos, objetivos semanales y disciplina.

 

El ritmo lo marca uno mismo, pero con guía es mejor

Cada persona tiene su ritmo, su tiempo, sus circunstancias. Hay quien aprueba en un año y quien necesita tres o cuatro, y no pasa nada. Lo importante es avanzar, aunque sea poco a poco, pero avanzar bien. Con método, con estrategia, con apoyo.

Prepararse con profesionales no significa ir más rápido, sino ir mejor acompañado. Cuando alguien explica cada tema con ejemplos, resuelve dudas al momento y adapta el temario a lo que más se pregunta en el examen, todo cambia. La información entra mejor, el estudio se hace más llevadero y los resultados se notan.

Además, tener un grupo con el que compartir la preparación ayuda mucho. Saber que hay más personas en lo mismo, con las mismas dudas y miedos, da cierta tranquilidad. No sentirse solo en este camino tan largo es un alivio.

 

No hay que ser un genio, pero sí constante

Otra cosa que a veces se piensa es que solo aprueban los que tienen memoria prodigiosa o estudios de derecho, y no: hay muchos aprobados que vienen de carreras como psicología, historia o incluso sin carrera universitaria (en el caso de Auxilio o Tramitación). No se trata de ser un crack, sino de estudiar bien.

Y para estudiar bien, no hace falta aislarse del mundo, hace falta organizarse, tener un plan. Saber qué días repasar, qué temas reforzar, qué errores corregir… y todo eso es mucho más fácil si alguien te lo explica desde el principio. Si no tienes que adivinar el camino tú solo.

Hay personas que trabajan y estudian a la vez. Otras que tienen hijos, cargas familiares, enfermedades, ansiedad. Cada uno tiene su historia, pero si la preparación está bien estructurada, incluso en esas circunstancias se puede avanzar.

 

El desgaste emocional también se puede evitar

Uno de los mayores enemigos de las oposiciones es el desgaste emocional: sentir que no se avanza, que no se es capaz, que no se llega, que todo es demasiado. Es normal tener días malos, pero si esos días se vuelven semanas, la cosa se complica.

Por eso, estar acompañado por alguien que ya ha pasado por ahí, o que guía a muchos opositores a diario, ayuda a poner las cosas en perspectiva. No se trata solo de estudiar, sino de cuidar la mente. De saber cuándo parar, cuándo seguir, cuándo pedir ayuda.

También es importante aprender a medir el progreso. A veces parece que no se avanza, pero si se hace un test y se acierta más que hace un mes, ahí está la prueba. Celebrar esos pequeños avances también es parte del proceso.

 

¿Y si no apruebo a la primera?

Pues no pasa nada. La mayoría de la gente no aprueba en la primera convocatoria. Muchas personas tardan dos o tres intentos, pero cada convocatoria es una oportunidad para aprender. Para afinar la estrategia, reforzar los puntos débiles y ganar experiencia en examen.

Lo importante es no rendirse, no tirar la toalla a la primera. Si se tiene claro que se quiere trabajar en la administración de justicia, hay que pelearlo. Y si ya se está en ese camino, lo mejor es hacerlo bien, con ayuda, con orden y sin complicarse más de la cuenta.

 

Las oposiciones de justicia no son imposibles, pero sí duras

No es solo cuestión de estudiar, sino de hacerlo bien. Con constancia, con estrategia y, sobre todo, con apoyo. Prepararlas con profesionales no es un capricho, es una forma de asegurarse de que el esfuerzo tiene sentido. De que no se pierde el tiempo. De que, cuando llegue el examen, uno pueda decir: “lo he dado todo y he llegado preparado”.

Quien se lo toma en serio desde el principio y se rodea de la gente adecuada tiene muchas más opciones. Porque sí, hay miles de personas presentándose, pero solo aprueban los que no se rinden, los que se preparan bien y los que no se complican más de la cuenta.

Así que si alguien está pensando en empezar, que lo haga. Pero que lo haga bien. Porque las oposiciones de justicia son complicadas… y no merece la pena hacerlas aún más difíciles por culpa de la desorganización, la improvisación o la falta de orientación.

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