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El mito del baby boom tras la pandemia

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Si hay algo de lo que se habla en la actualidad es del esperado‘ baby boom’ tras el coronavirus. Pero lo cierto, es que a pesar de las leyendas urbanas que asocian ciertas crisis, con la fertilidad, como se decía con los apagones, no tiene nada que ver con la realidad. Según dicen los expertos, más que aumentar, seguramente, la fertilidad descenderán.

No, a principios del año que viene no sorprenderá al mundo con infinidad de nuevos nacimientos, como ocurrió tras el apagón masivo de Nueva York de 1965, que dejó a 35 millones de personas a oscuaras durante 13 horas, o en el de 1977. Los nacimientos se multiplicaron, pero el aislamiento social, no va a suponer, ni de coña, un mayor número de bebés para el 2021, sino más bien todo lo contrario.

Eso de que la gente se pone cachonda cuando se encuentran ante el peligro, llámase enfermedad potencialmente letal, incendios, apagones o cualquier otro tipo de catástrofe, es un puro mito. Lo miso se dijo tras los atentados del 11 S, y no fue así. El profesor de la Universidad de Duke S. Philip Morgan estudió el posible aumento de la fertilidad tras el conocido apagón de 1965, del de 1977 y, el apagón masivo en Michigan, Nueva York y Canadá que dejó si luz a más de 50 millones de personas en el año 2003. El sociólogo especializado en fertilidad asegura que no se trata más que de ”una leyenda urbana”, porque, si bien es cierto que una noche a oscuras, cuando poco se puede hacer, cuando no hay luz, ni tele, in Internet, ni nada de nada, muchas parejas decidan que es buen momento para darse un alegrón al cuerpo, también lo es que no necesariamente ha de ocurrir eso. Primero, sin electricidad, muchas personas no pudieron ir a sus casas, y por lo tanto, no pudieron echar un casquete con sus parejas. Además, muchas de las que practicaron el sexo durante tales acontecimientos, usaron algún método anticonceptivo, y si el apagón es en verano, puede que el sexo, no fuese algo prioritario, sino más bien, intentar apaciguar el calor.

Otros en cambio, sí llegaron a casa, no usaron protección y además, no vieron en el calor ningún impedimento para hacer el amor, sino más bien todo lo contrario. Y sin embargo, después de 9 meses no hubo bebé.

Y es que el bajón de la pandemia, el miedo a contraer la enfermedad, el encierro obligado y largo, las dudas ante el futuro de la economía, etcétera, etcétera, no anima mucho al personal a tener relaciones sexuales. De hecho son muchas las personas que aseguran, que a pesar de seguir trabajando durante el confinamiento, y de no ver a sus parejas más de un par de horas diarias, por la noche, con la mierda de programación que ponen en la tele (aunque evidentemente se han multiplicado las suscripciones a Netflix y HBO, entre otras) y a pesar de consumir cantidades ingentes de alcohol, hacen el amor ahora, mucho menos que antes.

El estrés y la inseguridad reducen la libido

“Llevamos juntos desde mayo del 2019 (ya un añito, que horror, 😉 ) y desde ese momento el sexo era diario. Dos polvos por la noche, una por la mañana. Y no es que nos pasemos todo el día juntos hasta el aburrimiento más mortal. Ambos trabajamos. Él llega a casa sobre las 8. Yo, un poco antes y aprovecho para ir al súper y comprar artículos de primera necesidad, dice Sofía. Pero el no poder salir a la calle a tomar unas cañitas después de trabajar, ver a la gente, relajarse, olvidarse de todo, no ha hecho más que bajar un poco nuestro estado de ánimo. No es depresión o tristeza, pero no consigues relajarte nunca del todo. Los primeros días, sí, había más sexo. Pero ahora, hay mucho menos. Al principio del encierro, bebíamos mucha cerveza en la antes, durante y después de cenar, y el sexo y las risas estaban aseguradas. La inseguridad, se ha apoderado de nosotros y el sexo, en este punto, queda en un segundo plano”, confiesa Penélope, una joven de 27 años, madrileña y cajera de súpermercado.

El terapeuta sexual David J. Ley, autor de varios ensayos sobre sexualidad como ‘Esposas insaciables: las mujeres que se extravían y los hombres que las aman’ o de ‘El mito de la adicción sexual’, no habrá baby boom. La generación coronavir no es más que una leyenda urbana. El aburrimiento hace mucho. Cuando se vive una mala situación, es normal y sano, por sacar hierro al asunto, tomárselo con humor, pero no es más que eso, un chiste, porque el estrés, la ansiedad, la depresión y la falta de seguridad de un pueblo que aún empezaba a salir de la crisis, no aumenta el deseo sexual, sino que lo reduce. Por otro lado, pueden afectar a la ovulación. Muchas mujeres dejan de ovular cuando están estresadas, aseguran en IVI Global Education, una institución educativa especializada en medicina reproductiva y reproducción asistida, aunque también inciden otros factores como la pérdida o ganancia de peso importante, la excesiva producción de prolactina (hormona encargada de producir la leche materna) o los ovarios poliquísticos, nos comenta su equipo docente. Y es que alrededor de una 35% de las mujeres de todo el mundo, padecen, en algún momento de sus vidas, un problema de pérdida de ovulación. Las causas, continúan,pueden estar en el sistema hipotálamo-hipófisis, que mantienen la regulación y equilibrio de los niveles hormonales, o bien, en el mismo ovario.

Sea como fuere, parece que la pandemia, lejos de aumentar la natalidad, la reducirá de manera importante. No sabemos, por el momento, si para bien o para mal, porque con la consecuente crisis económica, es mejor frenar la súperpoblación del planeta, porque para todos, no hay, al menos en un mundo capitalista, consumista y egoísta hasta la saciedad. Porque las pequeñas cosas que valoramos con el coronavirus, pronto dejarán de parecernos tan importantes y volveremos a la superficialidad característica del siglo XXI.

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