Estos años de crisis han sido complicados para todo el mundo. En mi caso, trabajé en unos sectores que cayeron en cuanto los primeros indicios de la crisis se hicieron presentes. Trabajé en el sector inmobiliario y después en el sector de la reunificación hipotecaria.
Estar en estos sectores me permitió donde gentes, pero en tiempos de crisis, tampoco eso me valió para encontrar trabajo. Total, que cuando ya estaba desesperado y tenía en mente irme al extranjero a trabajar, un buen amigo de la infancia con el que me encontré paseando por la playa me animó a unirme a él en un proyecto que tenía en mente.
La verdad es que tampoco tenía demasiadas opciones a las que agarrarme, pues el paro se acaba y necesitamos tener unos ingresos para subsistir. Me dijo de quedar a finales de semana. Podéis imaginar los nervios, máxime yo que soy, la verdad, bastante inseguro en estos temas. Siempre pienso que no va a salir adelante el tema, pero bueno, al final me llamó el sábado mi amigo y quedamos.
Me dijo que estaba cerca del que sería mi futuro trabajo. Yo me eché a reír porque todavía no sabía de qué me hablaba. Su dedo apuntó a un bar que había en el paseo y que llevaba al menos desde 2008 cerrado. Procedió a contarme su plan y era un bar/restaurante exclusivo que se convertiría en referencia en la zona.
Mi amigo sería el socio capitalista y yo me encargaría de diversos temas, incluido ser relaciones públicas y negociar con proveedores, etc. Sabía que había estudiado empresariales, por lo que las cuentas y el marketing también las vería con él.
Nos tuvimos que poner manos a la obra rápido, pues en cuanto se produjo la compra del local hubo que luchar contra la burocracia que siempre alarga estos temas. Hubo que contratar personal y me tocó hacer las cribas. Nunca en la vida pensé que me tocaría hacer de Recursos Humanos, una figura a la que siempre tuve manía, pero que después de tanta entrevista comencé a entender.
Aunque costó alguna semana más de lo previsto, hicimos un equipo bastante majo. Cuando tocó comprar las cosas, apostamos por buen inventario, primeras marcas y recurrimos a un buen amigo que se encargó de dar a nuestro negocio el tono que queríamos.
Las persianas estaban bien y solo se pintaron de blanco, pero las cuerdas estaban bastante deterioradas. Así que tocaba ponernos en contacto con una empresa que nos proporcionara unas nuevas. Además de eso también necesitábamos unas cuerdas estilo marino alrededor de nuestro bar para que marcaran una entrada así de estilo marinero.
Nos pusimos a buscar en Internet páginas que tuviesen este tipo de materiales y encontramos a Cuerdas Valero. Esta empresa tenía justo lo que buscábamos, experiencia y saber hacer, puesto que nos dieron una serie de consejos para que las cuerdas marinas nos durasen más. Podría parecer que estaban tirando piedras contra su propio tejado, pero como dicen ellos, sus clientes se los ganan por la confianza, algo que con nosotros por descontado consiguieron.
La entrega del pedido fue rápida
El pedido nos lo enviaron en pocos días, lo que nos vino genial para ir cerrando temas. Las persianas corrían prisa, pero las cuerdas para la entrada eran también vitales para la inauguración. Quisimos invitar a un grupo de Jazz bastante reputado de nuestra ciudad para el estreno, ya que queríamos que una vez a la semana mínimo, tocara una banda para amenizar las veladas de los sábados. Esta iniciativa ha tenido tanto éxito que ahora solemos tener una actuación los jueves, otra los viernes y el sábado rematamos con un artista veterano.
Me encantó este tema y pienso que es una buena manera de dar impulso a la cultura de las bandas jóvenes y dar sitio a veteranos que todavía tienen el gusanillo de seguir tocando. Poco a poco nos fuimos haciendo un sitio y aquellas cuerdas marinas de la entrada las reubicamos dentro del local, haciendo pasar a cada banda por ellas para salir a tocar.
Tuvimos que pedir a Cuerdas Valero unas nuevas para los exteriores, pero el querer tener aquellas cuerdas como símbolo nos encantó. Así que ya sabéis, siempre tened esperanza, nunca sabes cuando la suerte llamará a tu puerta, a mí fue dando un paseo…