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Te asesoramos con todo lo que hay que saber sobre el control de calidad alimentaria

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El control de calidad alimentaria no solo protege nuestra salud como consumidores, sino que también ayuda a las empresas a mantener su reputación y evitar sanciones legales.

Porque, cuando se trata de alimentos, la calidad no es negociable.

 

¿Cómo funciona el control de calidad alimentaria?

El control de calidad alimentaria es un conjunto de procedimientos destinados a asegurar que los alimentos que llegan al consumidor sean seguros y cumplan con los estándares de calidad.

Pienso que todo comienza desde la selección de materias primas. Ahí es donde se revisan que los proveedores cumplan con normativas específicas y se realizan controles para saber de dónde viene cada ingrediente.

Luego, durante la producción, se supervisan aspectos como la temperatura, la limpieza de los equipos y el uso adecuado de los ingredientes.

En las etapas finales, se realizan pruebas microbiológicas y fisicoquímicas para detectar la presencia de bacterias, metales pesados u otras sustancias no deseadas. No es un proceso que se pueda tomar a la ligera; cada paso es fundamental.

Además, se llevan a cabo auditorías internas para revisar que todo se esté haciendo correctamente. Si algo falla en esta etapa, el producto no sale al mercado.

Personalmente, creo que esta rigurosidad es necesaria para evitar problemas mayores.

 

Herramientas utilizadas en el control de calidad alimentaria

Para realizar un control de calidad efectivo, se utilizan diversas herramientas y métodos.

Entre ellas, una de las más importantes son los sistemas de muestreo. Sermap es una empresa especializada en su venta, y nos explica que, con estas herramientas, se toman muestras representativas de la producción para analizarlas y comprobar que cumplen con los estándares. Por ejemplo, si se producen 1000 lotes de galletas, no se revisan todas, pero sí se toma un porcentaje que permita detectar cualquier anomalía.

También se usan equipos de medición para controlar la temperatura, la humedad y otros parámetros críticos. Además, las pruebas de laboratorio son fundamentales. Se realizan análisis microbiológicos para detectar bacterias como la Salmonella o el E. coli y pruebas químicas para comprobar la presencia de alérgenos o residuos de pesticidas. La tecnología ha avanzado mucho, y ahora contamos con equipos que ofrecen resultados rápidos y precisos.

Otra herramienta clave es la documentación. Todo debe registrarse: desde la llegada de las materias primas hasta la salida del producto final. Esto permite que, si surge algún problema, podamos rastrear dónde se produjo la falla y actuar rápidamente.

 

¿Qué pasa si un restaurante no sigue el control de calidad?

Ignorar el control de calidad alimentaria es un error grave.

He investigado, por mera causalidad, casos en los que restaurantes, por ahorrar tiempo o dinero, descuidan estos procesos y las consecuencias pueden ser desastrosas. Lo más preocupante es el riesgo para la salud de los clientes. Un alimento contaminado puede causar enfermedades graves e incluso hospitalizaciones.

 

Desde el punto de vista legal, las sanciones son severas

Las autoridades de salud realizan inspecciones periódicas y, si encuentran irregularidades, pueden imponer multas elevadas o incluso cerrar el establecimiento. Pero no solo es cuestión de dinero. La reputación del restaurante queda manchada y recuperar la confianza del cliente después de un incidente así es muy difícil.

Por eso siempre insisto en la importancia de realizar controles constantes. No se trata solo de cumplir con la ley, sino de tener la responsabilidad de ofrecer alimentos seguros a quienes nos eligen para comer.

 

¿Cuáles son los errores más comunes en el control de calidad alimentaria y cómo evitarlos?

He investigado cuáles son los errores más comunes, y te sorprenderías lo sencillos que serían de evitar con un poco de cuidado. De verdad, muchos de ellos no son más que descuidos tontos… que, en consecuencia, ponen en peligro nuestra salud.

Identificarlos y corregirlos a tiempo es clave:

  • Descuidar la limpieza y desinfección: La suciedad no siempre es visible. Un equipo aparentemente limpio puede albergar bacterias si no se siguen protocolos rigurosos. Usar productos adecuados y capacitar al personal es esencial.
  • Romper la cadena de frío: Dejar alimentos fuera de la temperatura adecuada, aunque sea por poco tiempo, favorece la proliferación de microorganismos. Controlar la temperatura regularmente y concienciar al personal ayuda a evitarlo.
  • Aceptar materias primas sin inspección: Confiarse en los proveedores y no verificar fechas de caducidad o condiciones de transporte es un error frecuente. Siempre revisa cada entrega.
  • Llevar documentación incompleta: Los registros no son solo un requisito legal, también permiten rastrear y solucionar fallos rápidamente. Mantenerlos actualizados es fundamental.
  • Realizar pocas auditorías internas: Esperar a que llegue una inspección oficial para revisar procesos es un riesgo. Las auditorías regulares, mejor si son sorpresivas, detectan problemas antes de que se agraven.
  • Ignorar actualizaciones normativas y tecnológicas: Las leyes cambian y la tecnología avanza. Mantenerse al día evita sanciones y mejora la eficiencia.
  • No escuchar al consumidor: Las quejas y sugerencias de los clientes son valiosas para detectar fallos que pueden pasar desapercibidos internamente.

Prevenir estos errores requiere compromiso, formación y atención a los detalles. No solo es cuestión de cumplir la ley, sino de proteger la salud de quienes confían en nuestros productos.

 

¿Qué dicen las leyes sobre el control de calidad alimentaria?

Las leyes que regulan el control de calidad alimentaria son claras y estrictas. En la mayoría de los países, las normativas están basadas en estándares internacionales como los establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión del Codex Alimentarius. Estas normativas exigen que todas las empresas del sector alimentario implementen sistemas de gestión de calidad como el Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC).

El APPCC es obligatorio en muchos lugares y consiste en identificar los puntos del proceso donde pueden surgir peligros para la seguridad alimentaria y establecer medidas para controlarlos. Además, las leyes exigen que los empleados estén capacitados en temas de higiene y manipulación de alimentos. Esto no es un simple curso; debe haber formación continua y actualizaciones constantes.

Las inspecciones sanitarias son parte fundamental de este control. Si durante una inspección se detectan fallos, la empresa debe corregirlos de inmediato y someterse a una nueva revisión. Si no se cumplen las normas, las sanciones pueden ir desde advertencias hasta la suspensión de la licencia para operar.

 

La importancia de la formación y la concienciación

El control de calidad alimentaria no es responsabilidad exclusiva del personal de calidad, es un tema que, sin duda alguna, involucra a toda la empresa por igual. Desde quien recibe la materia prima hasta quien sirve el plato al cliente. Por eso, la formación es clave. No basta con saber que se debe lavar las manos o mantener ciertos alimentos refrigerados; hay que entender por qué se hace.

Creo que, como consumidora que no desea enfermar porque estos profesionales no sigan las leyes sanitarias correctamente, es importantísimo seguir estos procedimientos, porque, de esta forma, se reduce significativamente el riesgo de errores y no se pone en riesgo a las personas.

La concienciación también es fundamental para que se actúe con responsabilidad incluso en momentos de presión, como cuando hay muchos pedidos o el tiempo apremia.

Prefiero retrasar un poco un pedido que enviar un plato que salga rápido y contaminado.

 

¿Cómo se implementa un sistema de muestreo para control de calidad?

El sistema de muestreo es esencial para verificar la calidad sin tener que revisar cada producto de forma individual.

 

Implementarlo requiere planificación.

  • Primero, se define el tamaño de la muestra y la frecuencia con la que se tomarán. Esto depende de la cantidad de producción y del tipo de alimento. En productos perecederos, por ejemplo, el control debe ser más frecuente.
  • Después, se determina qué pruebas se realizarán. Puede ser un análisis microbiológico, fisicoquímico o sensorial. Una vez recogidas las muestras, se envían al laboratorio y se documentan los resultados. Si todo está correcto, la producción continúa; si se detecta alguna anomalía, se debe investigar la causa y corregirla.

No es solo una cuestión de cumplir con la normativa, es la tranquilidad de saber que estamos haciendo las cosas bien.

 

Vender más NO importa más que la calidad

Hoy en día, parece que lo importante es vender más y más, sin importar si lo que compramos realmente vale la pena. Muchas empresas, en su afán de no perder mercancía y aumentar ganancias, dejan de lado la calidad. ¿El resultado? Platos que consumimos no controlados que pueden ponerlos malitos. Esto no solo afecta nuestro bolsillo, sino también a nuestra salud. Comprar barato y rápido suena tentador, pero ¿Cuánto nos cuesta a largo plazo?

Los controles de calidad existen por una razón: asegurar que lo que llega al consumidor sea seguro y cumpla con los estándares básicos. Evitarlos para recortar gastos muestra que, para algunas empresas, las ganancias importan más que las personas. Esto es especialmente grave en sectores como la alimentación, la medicina o la construcción, donde un error no solo afecta la satisfacción del cliente, sino que puede poner vidas en peligro.

A la larga, estas empresas terminan perdiendo más de lo que ganan: las multas, las demandas y la mala reputación pueden hundir cualquier negocio. Ganar dinero no debe ser sinónimo de hacer las cosas mal. La verdadera rentabilidad se encuentra en ofrecer calidad, cuidar al cliente y construir confianza a largo plazo.

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